by Hasler IglesiasMay 06, 2019
Luego del período de conflictividad social y protestas de 2017, los venezolanos comenzaron a perder la esperanza. En mayo de 2017 el régimen de Nicolás Maduro convocó a la elección de una Asamblea Nacional Constituyente, mediante un proceso que la oposición y 40 países calificaron como un fraude. Esta nueva Asamblea Constituyente, conformada por partidarios de Maduro, debía redactar una nueva Constitución.
En julio de ese año, la oposición organizó un referéndum ciudadano –quizás la manifestación noviolenta más grande de la historia del país- en el que casi 8 millones de personas (aproximadamente el 40% del electorado) votaron en contra de la propuesta de Maduro de establecer la Asamblea Nacional Constituyente. Sin embargo, el régimen de Maduro impuso la Asamblea por medio de mecanismos de control social y violencia, reprimiendo las manifestaciones y marchas multitudinarias.
En el transcurso del 2018, reaparecieron las protestas en Venezuela. Detrás de ellas estaban los sindicatos, principalmente los relacionados al sector salud. A ellos pronto se sumaron jubilados y pensionados que comenzaron a protestar por sus derechos, así como estudiantes, profesionales y trabajadores de distintas industrias. Estas acciones noviolentas eran pequeñas, aisladas entre ellas y con poca cobertura en los medios de comunicación.
Mientras tanto, un grupo de líderes de base que durante meses habían estado organizando protestas y reuniéndose periódicamente consideraron que era necesario reactivar las protestas de manera organizada y estratégica bajo el paraguas de un movimiento de base amplia. Fue entonces cuando fundaron la Plataforma Nacional de Conflicto (PNC), como una coalición de sindicatos, organizaciones vecinales, estudiantiles y partidos políticos. Manifestando su determinación por fortalecer la unidad de los sectores, adoptaron el eslogan: “Todas las luchas en una sola lucha.”
Fui parte del grupo inicial de líderes de la PNC que participamos en la redacción del Manifiesto que definía nuestros objetivos: Contribuir al cambio político en Venezuela a través de la movilización popular. Nuestro método: La acción noviolenta enfocada en la construcción de las capacidades para realizar una huelga nacional. Presentamos este manifiesto en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela en presencia de aproximadamente 2.700 personas provenientes de todo el país y de diversos sectores.
Lanzar la plataforma contribuyó a despertar a los venezolanos que estaban desmovilizados producto del desgaste o de la violencia estatal. También generó confianza el hecho de que el foco de la resistencia serían las necesidades socio-económicas de los venezolanos. Confiábamos en que la unión de los distintos sectores sería clave para ampliar el alcance del movimiento.
La primera acción de calle de esta nueva coalición fue una protesta frente al Ministerio del Trabajo para exigir sueldos y salarios justos. Era la primera vez desde el 2014 que un grupo grande de oposición protestaba frente a un ministerio en el centro de Caracas, la capital. Además, ese primer día se realizaron también protestas en las Inspectorías del trabajo en 15 estados del país, de un total de 24.
Luego de esta exitosa movilización inicial, nos enfrentamos al reto de organizar un movimiento con presencia en todo el país, manteniendo intacta nuestra visión, unidad, disciplina noviolenta y objetivos estratégicos. Sosteníamos reuniones semanales (y en ocasiones dos veces por semana) para evaluar las acciones previas y su impacto, así como considerar las situaciones de los estados que nos comunicaban los líderes locales. Cada semana alternábamos el tema que íbamos a abordar, para garantizar la inclusión y representatividad. Constantemente establecíamos contactos con grupos y sectores que no pertenecían a la Plataforma, para buscar incorporarlos. Esto lo hacíamos mediante reuniones con los líderes de otras organizaciones de base que no habían participado en el lanzamiento de septiembre de 2018 pero que querían sumarse a la Plataforma.
Nuestras tácticas más comunes eran las concentraciones con pancartas y consignas, cierre de calles y marchas. De esa manera protestábamos por el deplorable estado del sistema de salud, educación, servicios básicos (agua, electricidad, gas doméstico, aseo urbano, etc.). Pronto, los empleados públicos se sumaron a nuestras protestas –trabajadores del Metro de Caracas, de la Cancillería, y otros. Permanentemente reiterábamos que nuestra idea no era borrar la identidad de cada grupo para subordinarlo a la Plataforma, sino coordinarlos a todos para establecer una agenda y visión comunes.
El año 2019 inició lleno de incertidumbre para los venezolanos. En los primeros días de enero, el político opositor Juan Guaidó fue electo Presidente de la Asamblea Nacional. Días después, Guaidó, invocando la Constitución, se juramentó como Presidente encargado, siendo reconocido luego por 60 países. Guaidó comenzó a reorganizar los partidos de oposición y a movilizar a la sociedad civil. La PNC jugó un rol muy importante en estos esfuerzos, ya que contaba con una estructura y experiencia en la movilización ciudadana.
Las protestas masivas iniciaron de nuevo. Esta vez, los sindicatos, movimientos estudiantiles y organizaciones de base fueron parte de la planificación de las protestas y acciones callejeras en todo el país. Este proceso de movilización se encuentra actualmente en desarrollo al momento de la publicación de este artículo y es muy pronto aún para evaluar el impacto estratégico de esta etapa de resistencia.
¿Cómo sabemos que estamos haciendo la diferencia? Hace un año los venezolanos estaban decepcionados y frustrados. Desde ese momento, hemos logrado construir la estructura de un movimiento de base amplia que se opone al régimen, y que además tiene una poderosa agenda pacífica y organizada para impulsar el cambio. Más aún, la PNC continúa creciendo.
¿Cuáles son nuestros indicadores de éxito? El primero es que nuestro liderazgo viene directamente de las bases. El segundo es que nos esforzamos en nuestro compromiso de organizar y unificar diversos grupos de personas, aún en un contexto de desesperanza. El tercero es nuestro compromiso inquebrantable con la disciplina noviolenta. Confiamos en que nuestro enfoque centrado en las organizaciones de base y nuestro énfasis en la unidad y la acción noviolenta nos ayudará a mantener viva la lucha.
Hasler Iglesias es un ingeniero, activista y líder político venezolano de 27 años de edad. Fue Presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela (la principal organización estudiantil del país) de 2015 a 2017. Es egresado del Programa Regional del ICNC para América Latina (2018) y del curso ICNC-Rutgers (otoño 2018).
Hasler Iglesias is a 27-year-old Venezuelan engineer, activist, and leader of the Voluntad Popular party. He is an alum of the ICNC Latin America Regional Institute (2018) and ICNC-Rutgers Course (fall 2018).
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