by Tom HastingsMarch 07, 2021
Esta es una traducción al español del artículo de Tom Hastings, "Property Damage, Violence, Nonviolent Action, and Strategy" publicado el 2 de junio de 2020 (enlace). Traducio por María Gabriela Mata.
Estamos en una nueva fase de activismo con grandes fuerzas ejerciendo presión sobre todos nosotros. Aquellos que buscamos justicia y el fin de la violencia policial que mata personas negras desarmadas, aquellos gravemente golpeados por la pandemia de COVID-19, aquellos cuyos pequeños negocios han sido destruidos y saqueados y aquellos simplemente demasiado asustados para hacer cualquier movimiento en este momento.
Uno de los principales cuestionamientos a las protestas ocurridas en suelo norteamericano tiene que ver con el daño a la propiedad que hemos visto repetirse en tantas ciudades. Según la cobertura confiable sobre el terreno, la gran mayoría de los que asisten a las convocatorias son noviolentos. Esto no significa que sean pacíficos: hacen mucho ruido al cantar y, a veces, están visible y justamente enojados, pero la disrupción es el corazón de la resistencia civil, siempre y cuando no se convierta en violencia.
Sin embargo, el incendio provocado y el uso de explosivos son un asunto diferente. En estos casos, incluso si nadie resulta herido de inmediato, lo cual es difícil de garantizar, las personas que participan en tales acciones no pueden controlarlas una vez que las inician. Algunos pueden argumentar que tales acciones, si no lastiman o intentan lastimar a otros, son noviolentas. Sin embargo, desde una perspectiva estratégica, tienen un impacto similar al de la violencia. Hacen que la mayoría de la gente tenga miedo y, por lo tanto, es menos probable que se movilicen públicamente para apoyar la causa. También desvían la cobertura de los medios, alejan al público en general, aumentan el apoyo a los funcionarios públicos para "restablecer el orden" por cualquier medio necesario y aumentan la unidad y la obediencia entre las fuerzas de seguridad.
En algunos lugares, especialmente después del anochecer, se desatan disturbios y se producen daños a la propiedad privada. Muchos se han pronunciado al respecto. Yo también tengo algo que decir, pues llevo pensando en esto desde la década de 1960, cuando mis amigos quemaron sus credenciales de reclutamiento y destruyeron algunos archivos del Servicio Selectivo para interferir en el reclutamiento de jóvenes que serían enviados a matar y morir en la absurda guerra de Vietnam.
Pensé más en profundidad sobre este asunto cuando algunos de mis mentores arremetieron contra las armas nucleares en un desarme simbólico. Seguí sus pasos y reflexioné sobre ello mientras estuve encarcelado por este tipo de acciones.
He sido condenado por destrucción a la propiedad privada tres veces, y las tres veces los jueces y jurados reconocieron que mis actos podían haber sido ilegales, pero fueron noviolentos.
Hay cinco elementos básicos que, a mi juicio, determinan cuándo la destrucción de algo puede ser útil para una campaña noviolenta:
Dos de mis condenas ocurrieron cuando formaba parte del movimiento Plowshares, dedicado a inhabilitar equipo militar mediante la acción de individuos o de grupos pequeños guiados por el espíritu del lema "convertirán sus espadas en arados", como está escrito al pie de la escultura que adorna la entrada de la ONU, en una referencia a la escritura bíblica.
En el primer caso, al juez le caí bien y, básicamente me sentenció a libertad condicional.
En el segundo caso, el juez era bastante conservador y, sin embargo, en una audiencia previa al juicio, dijo que estaba cansado de oírme explicar por qué cortar postes de 15 metros y derribar la gruesa antena era noviolento, admitiendo, "Bien, todos sabemos que fue un acto noviolento".
El propósito de la antena era iniciar la guerra nuclear. Dos de nosotros, al echarla abajo, literalmente redujimos esa posibilidad, pero como todos sabíamos que podía ser reparada rápidamente, derribar el poste fue, también, un acto simbólico. El caso sirvió para concientizar a mucha gente dado que prácticamente toda la cobertura de prensa estuvo a favor de nuestra acción.
Yo fui muy abierto y transparente en los tres casos. Hice lo de los postes dos veces (en 1985 y 1996) y el tercero, una condena mucho menor, se produjo también en el centro de comando por pintar con spray los carteles de señalización. Había enviado un aviso a las fuerzas policiales advirtiendo que lo haría (siempre las incluía en los comunicados de prensa). Como la base militar existía con el único propósito de lanzar una guerra nuclear, pinté consignas críticas en sus carteles. Nuevamente, la transparencia, el énfasis en permanecer noviolento, y principalmente el acercamiento al público para explicarme, fueron cruciales.
Funcionó. Logramos cerrar la base. Nuestro poder real estuvo en la coalición que construimos. Las acciones de Plowshares fueron solo uno de los múltiples componentes de la campaña y desde el principio tomé especial cuidado en que contaran con el respaldo del resto de los líderes del movimiento. Estábamos muy divididos cuando comenzamos las discusiones, pero dos días después, ya teníamos un plan del gusto de todos. Mi acción no fue unilateral; el grupo, que se podría decir representaba a la campaña, estuvo de acuerdo. No había jefes y todos se sentían escuchados y valorados.
Avance rápido hasta hoy ...
La actual avalancha de destrucción de negocios, incluidos algunos pertenecientes a los sectores minoritarios de la población, es difícil de explicar, a menos que parte de esa explicación implique a agitadores reaccionarios que buscan exacerbar las tensiones raciales. Su misión es hacer que los manifestantes noviolentos sean mal vistos, y por lo tanto, alienar al público para que agradezca la "delgada línea azul" que los protege de los peligrosos "matones" en la multitud desenfrenada.
Tales acciones exigen profundizar en el trabajo continuo de seguir ejerciendo la disciplina noviolenta, denunciar la imprudente destrucción de la propiedad y desplegar equipos de paz para reducir los focos de violencia y explicar lo que piden los organizadores de la campaña. Si bien siempre es un buen momento para mantener la disciplina noviolenta, una campaña noviolenta obtiene una mayor ventaja al prepararse con anticipación, sabiendo que un compromiso público declarado con los medios noviolentos – y la capacitación y las declaraciones que demuestran ese compromiso- pueden ayudar a inocularla contra agitadores, oportunistas y activistas descarriados que se involucran en la violencia.
También es necesario trabajar con todos los medios de comunicación para contextualizar los y entrenarlos para informar con precisión que los actos alienantes de unos pocos no están de acuerdo con las intenciones noviolentas de muchos. Si, por ejemplo, los principales organizadores hacen saber que las manifestaciones durarán tres horas ese día y esperan que todos se dispersen al finalizar, entonces los reporteros pueden poner límites a lo que informan como acciones de la campaña, y el comportamiento deshonesto cometido más tarde puede ser legítimamente condenado por no tener nada que ver con el movimiento.
¿Es justo que la campaña tenga que hacer todo esto para evitar que ésta sea mal vista por el público? Por supuesto que no; si fuera justo, no tendríamos que rodear la comisaría de policía en primer lugar. Hacemos lo que debemos para atraer a más y más vecinos, no ahuyentarlos.
Tom Hastings es Profesor adjunto y co-coordinador del programa universitario en Solución de Conflictos en la Universidad Estatal de Portland (Oregon), Estados Unidos. Ha escrito extensamente sobre noviolencia y otros temas de paz y conflicto.
Tom H. Hastings, long-time ICNC collaborator, is Coördinator of Conflict Resolution BA/BS degree programs and certificates at Portland State University (USA), PeaceVoice Senior Editor and on occasion an expert witness for the defense of civil resisters in court. He has written several books and many articles about nonviolence and other peace and conflict topics. He is a two-time Plowshares resister and a founding member of two Catholic Worker communities.
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